
Año dedicado a la Vida
Consagrada,
30 de noviembre de
2014
Muy queridas hermanas y hermanos:
“¡Despierten al mundo!”
Hemos acogido la noticia del Año
dedicado a la Vida Consagrada con inmensa alegría y gratitud con nuestro
querido Papa Francisco. Nos ha sorprendido positivamente este detalle de
extraordinaria cercanía y valoración.
Para celebrar la apertura de este año,
sin duda, han surgido muchas iniciativas que nos congregan, con corazón
agradecido, para acoger en comunión este tiempo de gracia. ¿Qué es lo que el
Papa nos invita a celebrar en este año? En primer lugar, nos invita a renovar
nuestra fidelidad al Evangelio, a reavivar el don de la profecía y a
fortalecernos en la esperanza, para vivir en el hoy de la humanidad.
Como Vida Religiosa latinoamericana y
caribeña, nos hemos sentido iluminadas/os con fuerza y profundidad, en el
Horizonte Inspirador de la CLAR, por el icono de Betania: Casa de encuentro,
Comunidad de amor y Corazón de humanidad. Este icono bíblico es coronado
ahora con la celebración de este año, que en el fondo es una invitación a
“quitar la piedra… salir fuera… desatar las vendas para poder andar”. El Papa
Francisco, una y otra vez, nos habla de una Vida Religiosa que sale al
encuentro de la vida, de la historia, de la humanidad. Y el Evangelio, la
profecía y la esperanza son tres realidades que descentran y nos lanzan a dejar
nuestras autorreferencias y a vivir “en salida”.
Que esta celebración tenga frutos de
conversión y de alegría en quienes vivimos esta hermosa vocación. Que la
Palabra de Dios, en todas sus formas, esté en el centro de nuestro corazón y de
nuestra misión; que alimente nuestra oración personal y comunitaria; que dirija
nuestros encuentros sororales y fraternos; que sea el punto de partida y el
contenido de nuestra misión evangelizadora, así como el criterio que nos lance
a vivir desde los pobres y para los pobres. Que la celebración de este año de
gracia desempolve nuestra identidad profética y la dinamice con la audacia y la
creatividad, con la inquietud del amor, con la pasión hecha compasión,
descentramiento, ternura, consuelo. Y que reavive nuestra esperanza, esa que adelanta
el futuro y que llena de sentido cada uno de nuestros esfuerzos por ser
coherentes, transparentes, por ser dóciles al Espíritu que nos urge a una Vida
Religiosa significativa, que “toca la carne de Cristo”, que camina en el hoy,
compartiendo los gozos y los dolores de la humanidad de la que ella es también
parte.
En la carta “Alegraos”, se nos recuerda
lo que dice el Papa Francisco: que la profecía de la Vida Religiosa consiste en
despertar al mundo. Es así como se concretiza nuestro seguimiento radical de
Jesús. Sólo despertaremos al mundo en la medida en que demos testimonio de
comunión, de inter-congregacionalidad, de compartir nuestro carisma y misión
codo a codo con los laicos. La gente despertará cuando vea un nuevo rostro de
Vida Religiosa, con gestos nuevos, cuando vea que las Nuevas Generaciones y las
antiguas se complementan y sostienen mutuamente, cuando nos vean felices en la
sencillez, en el servicio, en la calidad humana de nuestras relaciones.
Despertaremos al mundo cuando vayamos a su encuentro, y lo toquemos con la
ternura y la alegría de una madre, un padre, una hermana o un hermano; lo
despertaremos cuando vean una Vida Religiosa con “Luz en la mirada, Palabra en
los labios y Fuego en el corazón”.
El inicio de este Año dedicado a la Vida
Consagrada coincide con el primer domingo de Adviento, el tiempo por excelencia
de la esperanza, la cual debe caracterizarnos siempre. Nuestra Buena Madre
María nos acompaña. Ella, la Virgen de la esperanza, causa de nuestra alegría,
nos enseñe, con su Magníficat, a “mirar el pasado con gratitud, el futuro con
esperanza y el presente con pasión”. De su mano entremos por la puerta de
este Adviento, tiempo que expresa muy bien los anhelos que tenemos de una Vida
Religiosa más humana, más auténtica, más sencilla y más evangélica; una Vida
Religiosa que exprese la calidez de la ternura y de la alegría y aprenda con humildad, a escrutar la presencia
de Dios y los signos de los tiempos, para caminar, con prontitud y docilidad,
por los caminos del Espíritu.
¡Con alegría agradecida demos inicio a
este Año! Aprovechemos esta oportunidad para dar a conocer la belleza de la
Vida Consagrada y para alimentar así la comunión con nuestros Pastores, con
nuestro mundo, con todo el Pueblo de Dios. Hermanas y hermanos, emprendamos el
camino, ¡despertemos a la humanidad!
Mercedes Leticia Casas Sánchez, fsps
Presidenta de la CLAR
PROT: 3.1.1-19
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